sábado, 7 de mayo de 2016

Historia de los judíos en Argentina - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Historia de los judíos en Argentina


Estrella de David Judíos en Argentina Bandera de Argentina
יהדות ארגנטינה (en hebreo)

אידן אין ארגענטינע (en ídish).
Regiones de origen principalmente de Europa central y del este (asquenazíes), seguido de sefaradíes.
Población censal 230 000 hab.[1]
Descendencia estimada 300 000 hab. (2007-2009)[2] [3]
Idiomas español rioplatense, hebreo, ídish, ladino, idiomas de sus países de procedencia como el ruso, polaco, etc.
Religiones judaísmo
Migraciones relacionadas judíos en Brasil, judíos en Uruguay, judíos en Chile
Asentamientos y comunidades activas
1.º Bandera de Ciudad de Buenos Aires Ciudad de Buenos Aires
2.º Bandera de Provincia de Buenos Aires Buenos Aires
3.º Bandera de Provincia de Santa Fe Santa Fe
4.º Bandera de Provincia de Entre Ríos Entre Ríos
5.º Bandera de Provincia de Tucumán Tucumán
Asociaciones civiles destacadas
1.º Asociación Mutual Israelita Argentina, y

Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas
2.º Fundación Tzedaká de Argentina
[editar datos en Wikidata]
La historia de los judíos en Argentina es bastante extensa, ya que es anterior a la propia República. Los judíos
han vivido durante siglos en ese país. Sin embargo, no se tienen
registros de grandes poblaciones judías hasta los siglos XIX y XX.
Algunos de los judíos que huían de la Inquisición española y portuguesa se establecieron en lo que hoy es territorio argentino, pero se asimilaron en la sociedad rioplatense.[4]

La población judía en la Argentina es la más grande de América Latina, la tercera en el continente y la séptima más grande del mundo fuera de Israel. Al año 2006 se calculaba una población de alrededor de 184 500 judíos según algunas estimaciones,[5] otras, basadas en un informe del JOINT [6]
(o JDC: Jewish Joint Distribution Committee, comisión judía de
distribución conjunta) fundamentado en una muestra de 30 000 hogares,
estimaba (en 2005) 233 000 judíos en Buenos Aires y alrededores, basándose en la definición de judío de acuerdo a la Ley del Retorno de Israel.

Razones de la inmigración judía[editar]

Dependiendo de las épocas, las razones siempre fueron las mismas: expulsiones, persecuciones, pogromos, antisemitismo. Desde la Inquisición hasta el Holocausto la comunidad judía ha encontrado en las tierras argentinas un hogar donde poder asentarse y progresar.

A partir del siglo XVI llegaban provenientes de España, Portugal y el Norte de África. Posteriormente, en los siglos XIX y XX la región de origen fue principalmente la Europa Occidental, sobre todo Alemania, y Europa Oriental, ante todo Rusia y Rumania. Las causas de la emigración se debieron notablemente a las políticas opresivas (del zarismo del Imperio ruso)
o situaciones de crisis que ponían en riesgo la base económica de las
familias judías. La discriminación (antisemitismo) que recibieron los
judíos en Europa durante el período de entreguerras (Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial), especialmente por el nazismo, fue el motor para que embarcaran hacia los Estados Unidos y América del Sur.

Siglo XVII[editar]

El poeta y ensayista Luis Franco
asevera que solo en abril de 1619 llegaron a Buenos Aires ocho navíos
con una gran cantidad de pasajeros de origen judío provenientes de Lisboa y Lima.
Gran parte de estos inmigrantes se dedicaron al comercio y a diversas
actividades productivas, como la platería, la carpintería ribereña y a
la actividad agropecuaria, primero como chacareros, luego como estancieros
y propietarios de esclavos. Estos inmigrantes se integraron a la
sociedad de Buenos Aires casándose con las hijas y nietas de los primeros vecinos, dando origen al patriciado de Argentina.

Si se analizan los apellidos porteños y principales de los tiempos de
entonces, se verá, en efecto, que todos, o casi todos, procedían de
cepa hebreo-portuguesa, más o menos modificada por el injerto de sangre aragonesa, navarra o vascongada
(Arana, Argañaraz, García, Zabala, Irala, Torres, Pereda, Insiarte,
Gaete, Garrigós, Ezcurra, Beláustegui, Otolora, Pereyra, Ramos, Sáenz
Valiente, Acevedo, Cueto, Piñeiro, Vidal, Fragueiro, Pinto, Pacheco,
Rocha, etc.).


Luis Franco:
El otro Rosas
.
[7]

Siglo XIX[editar]

Durante
la época colonial estuvo prohibida la permanencia de personas de fe
judía. Además aquellos católicos sospechosos de ser judaizantes eran
perseguidos por la Inquisición, como se detalla en la historia del
médico Francisco Maldonado da Silva, quemado vivo por dicho tribunal en
Lima.[8] A pesar de eso muchos de los comerciantes portugueses en el Virreinato del Río de la Plata eran judíos sefaradíes, pero como comunidad organizada no surgió sino hasta después de que la Argentina se independizara de España. Cerca del año 1810, judíos de Francia y otras partes de la Europa occidental comenzaron a instalarse en territorio argentino. En las Provincias Unidas del Río de la Plata, la Asamblea General Constituyente realizada el día 24 de marzo de 1813
declaró la extinción de la Inquisición. Ello no significó que los
judíos podían vivir libremente en lo que sería la actual Argentina.
Pasaron muchos años para que empezaran a llegar judíos y se asentaran
libremente.[8]

En
1846 una corriente de judíos llegó al país desde Alemania, cuyo número
se desconoce. Antes de 1855, los judíos emigraron de la Europa
Occidental y se asentaron en Buenos Aires.
En el año 1853 comenzó la existencia del judaísmo argentino como
comunidad. Esta inmigración continuó hasta mediados del siglo XIX.

A mediados del siglo XIX los judíos que vivían en la Argentina no superaban los 100. En 1862, ante la proximidad de Pésaj,
ese reducido grupo pensó en reunirse en una entidad comunitaria. Diez
hombres se reunieron para orar y así nació la Congregación Israelita de
Buenos Aires, más adelante llamada Congregación Israelita de la
República Argentina. Su primer presidente fue Segismundo Aguerbag. En
1876 el gobierno argentino autorizó el ejercicio del Ministerio del
Rabinato Judío, promoviendo el impulso de la inmigración judía desde el
Imperio ruso. En 1888 ocho familias de agricultores judíos inmigraron y
fundaron Moisés Ville (en la provincia de Santa Fe). Luego 50 familias fundaron la desaparecida Colonia de Aronsville.

Para fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, muchos judíos asquenazíes llegaron al país desde la Europa Oriental, huyendo de persecuciones y pogromos. Los inmigrantes judíos al llegar a la Argentina, trabajaron como agrónomos y viñateros en Mendoza, y como ingenieros en Tierra del Fuego,[cita requerida] durante los años 1883 a 1886. Otros desempeñaron cargos obreros, estancieros e industriales.

Sinagoga de la Congregación Israelita Argentina.
Entre los años 1885 y 1889, un total de 2385 judíos llegaron al país a bordo del barco Weser,
a causa de la intensificación de las amenazas de expulsión de los
judíos de las zonas rusas, y de los cuales se sabe que 2260
permanecieron en el país. En 1888 se publicó en Buenos Aires el primer
periódico escrito con caracteres hebraicos, con el nombre de El Fonógrafo Hebraico, dirigido por Fabián S. Halevy.

En 1889 llegaron de Alemania unos 1200 inmigrantes, una vez más a bordo del Weser y el Bremer. En general provenían de la región de Podolia en Ucrania. Respetaban estrictamente la religión, así como la vestimenta y el uso de barba.[9]
Pero en 1889 se produjo un giro decisivo para la inmigración, ya que
hubo cambios en el gobierno y en la política de inmigración y
colonización.

Un año más tarde, en 1890, la Argentina lanzó su
plan de inmigración, el cual consistió en pagar los pasajes, lo que
trajo como consecuencia que desde 1891 hasta 1896 llegaran al país unos
20 121 judíos provenientes de Rusia y Rumania, instalándose en su gran
mayoría en Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. En 1891, el vapor Pampa rentado por el Barón Hirsch trajo 817 inmigrantes judíos desde Ucrania, Polonia, Lituania y Besarabia. Esta inmigración dio origen a las colonias de Carlos Casares y otras en la provincia de Entre Ríos.[9] Desde 1894 existen en Buenos Aires mueblerías de propiedad judía y aparecieron las primeras roperías judías.

Si bien muchos de esos inmigrantes se establecieron en las principales ciudades, muchos otros adquirieron tierras a través de la Jewish Colonization Association para establecer pequeñas colonias agrícolas (comunas) en el interior del país, especialmente en las provincias Santa Fe y Entre Ríos.[10]
En cada colonia la explotación agrícola se adaptó a las condiciones
especiales de la zona donde se encontraba. La explotación era mixta,
basada sobre la agricultura, la cría de ganado con sus derivados, apicultura, horticultura, etc. Los habitantes de estas colonias rurales judías son conocidos culturalmente bajo el nombre de los «gauchos judíos» a raíz de un libro con ese título de Alberto Gerchunoff.

En Entre Ríos fueron establecidas las siguientes colonias judías:

El 27 de septiembre de 1897 se colocó la piedra fundamental de la actual Sinagoga de la Congregación Israelita Argentina, en Libertad 785, frente a la Plaza Lavalle, ceremonia a la que asistió el Intendente Municipal, Francisco Alcobendas.[9]

Siglo XX[editar]

Placa conmemorativa en
Oberá
por la inmigración judía en Misiones, en agradecimiento a la provincia por abrir sus puertas a la comunidad hebrea.
Jacobo Joselevich, líder comunitario de comienzos del siglo XX. Fue presidente de la Federación Sionista Argentina.
Entre
los años 1906 y 1912, la inmigración judía aumentó a un ritmo de
alrededor de 13 000 inmigrantes por año, siendo la mayoría de la Europa
Oriental, también de Marruecos y el Imperio otomano.
Los inmigrantes judíos en la Argentina rápidamente se adaptaron y
llegaron a desempeñar un papel importante en la sociedad argentina.

En 1920, aproximadamente 150 000 judíos vivían en la Argentina. A partir de 1928,[12] oleadas de inmigrantes judíos llegaron desde la Alemania nazi y el resto de la Europa ocupada, especialmente después de que Adolf Hitler llegara al poder en 1933. Entre los inmigrantes judíos alemanes ingresados después de 1928, hubo miles que escapaban de las políticas antisemitas implementadas durante ese régimen.

Pese a ciertas restricciones, Argentina fue el país latinoamericano que incorporó más refugiados judíos
entre 1933 y 1945. Desde 1928 el país recibió alrededor de
45 000 judíos europeos, de los cuales probablemente la mitad ingresó de
manera ilegal.[13]

Durante
los años treinta y cuarenta, en la Argentina el sector manufacturero
creció en número pero manteniendo su anterior composición de unas pocas
grandes fábricas y muchas pequeñas empresas. Fabricar era una ocupación
para extranjeros: en 1939 la mitad de los propietarios y trabajadores de
pequeñas plantas de fabricación eran inmigrantes, muchos de ellos refugiados judíos recién llegados de la Europa Central.[14]

Conformación del Estado de Israel[editar]

Artículo principal: Antigua embajada de Israel en Argentina.

La primera embajada de Israel en Argentina.
A comienzos de los años cincuenta la inmigración judía comenzó a disminuir, y al mismo tiempo el país estableció relaciones con el Estado de Israel.

Desde 1950 hasta el 17 de marzo de 1992 la embajada de Israel funcionó en el número 910 de la calle Arroyo en la esquina con la calle Suipacha[15] en el barrio de Retiro de Buenos Aires.

El 15 de febrero de 1949, la cancillería argentina
informó que el Poder Ejecutivo reconocía al Estado de Israel como
Estado soberano. Las expectativas por la llegada del primer embajador de
Israel en Argentina y Uruguay eran inmensas. Cinco días antes de mudar su residencia desde Montevideo a Buenos Aires, la comunidad uruguaya le ofreció a Jacob Tsur (primer embajador israelí)[16] y a su familia pasar unos días en Punta del Este.
Allí se encontró con dos argentinos que le sugirieron comprar en Buenos
Aires una casa en un barrio distinguido, destinada a ser legación y
vivienda. Siete meses después de la llegada de Tsur a Buenos Aires, se
adquirió un petit hotel
en pleno barrio diplomático. Las tratativas se habían realizado con la
familia Mihanovich, que tenía su residencia en el número 910 de la calle
Arroyo. Luego de adquirir el edificio se realizaron obras de
remodelación, que finalizaron en 1950, inaugurándose oficialmente el 23
de abril.[17]

Tsur
la describió «como una de las más hermosas embajadas israelíes del
mundo»; mientras que Elías Teubal, uno de los argentinos que había
conocido en Punta del Este, le decía que el edificio «debe superar, en
belleza y comodidades a la Embajada del Líbano», que en ese tiempo era la única representación diplomática de Oriente medio que funcionaba en Buenos Aires.[17]

Cuando el edificio comenzó a funcionar como misión diplomática,
fue parte importante de la colectividad judía en Argentina, siendo
lugar de celebraciones y reuniones. Varias personas de la colectividad
colaboraron con mobiliario, obras de arte, libros, etc. En el segundo
piso se encontraba la recepción, donde se realizaban reuniones y
fiestas.[17]

Actualmente la embajada funciona en el décimo piso de la Torre La Buenos Aires, en la Avenida de Mayo.[18]

Siglo XXI[editar]

Durante la crisis económica de 1999-2002, alrededor de 4400 judíos argentinos hicieron aliyá a Israel.

A la comunidad judía le están legalmente concedidos los feriados de Rosh Hashaná, Yom Kippur y los dos primeros y dos últimos días de Pésaj.[19]

La
población judía en Argentina al año 2006 se calculaba en alrededor de
184 500 habitantes según algunas estimaciones, otras la cifraban por
sobre los 250 000.[5]
La mayoría vive en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Tucumán y otras
grandes ciudades. La población judía de Argentina es la tercera
comunidad judía de América (después de la de los Estados Unidos y Canadá),
y la más grande de América Latina. Estas cantidades representan
alrededor del 0.5 % del total de la población argentina, que durante el censo del año 2001 se determinó en 36.26 millones de argentinos.

Se calcula que el 1.4 % del total de los judíos del mundo viven en ese país[5] El 60 % de la comunidad judía reside en Buenos Aires y en Córdoba y Rosario, así como en las colonias agrarias de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe fundadas para albergar a los inmigrantes, de las cuales las mayores son hoy Basavilbaso, Moisés Ville y Villa Domínguez.[20]

La provincia de Tucumán
alberga la colectividad más populosa en el norte argentino, donde por
primera vez en la historia un gobernador de la colectividad juró ante
los rollos de la Torá. Sinagogas, centros y clubes tienen lugar en ciudades como San Miguel de Tucumán, Yerba Buena y Concepción.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hay barrios caracterizados por su cantidad de población judía, en la que se pueden destacar Balvanera, Villa Crespo, Belgrano, Barracas, entre otros. En varios de estos, también hay diversas sinagogas y clubes judíos.

Cerca del 70 % del total es asquenazí, provenientes de la Europa Central y Oriental, en tanto que un 30 % es sefaradí, provenientes de España, Portugal, Marruecos, los Balcanes, Siria, Turquía y África del Norte.

La
ley 20 843 de 1907 determinó que el titular del Poder Ejecutivo, a
pedido de los padres, se convertía en padrino religioso de los séptimos
hijos varones. En 2009 la ley fue modificada para incluir las séptimas
hijas mujeres, niños de religión judía y madres o padres solteros. A
fines del 2014 se anunció que un séptimo hijo varón cuyos padres son
judíos será amadrinado por Cristina Fernández de Kirchner a través de una ceremonia realizada en una sinagoga de Buenos Aires.[21]

Antisemitismo[editar]

Los árboles de
tilo
en la Plaza Embajada de Israel, Buenos Aires, Argentina. Plantados en
memoria de cada una de las víctimas del atentado terrorista en la
embajada de Israel ocurrido en 1992.
Los primeros síntomas antisemitas aparecen con la llegada del barco Wester
el 14 de agosto de 1889, cuando el director de Inmigraciones, Lix
Klett, intentó no dejar desembarcar a los judíos, a pesar de que habían
desembarcado ya los restantes pasajeros del barco. Luego de dos días de
discusiones y ante presiones de la prensa y la comunidad judía, al fin
fueron autorizados a ingresar a la Argentina. La razón final para que
Lix Klett cediera fue que «los inmigrantes eran ya dueños de tierra argentina, comprada a Hernández».[8]
Los inmigrantes judíos en Argentina rápidamente se adaptaron y llegaron
a desempeñar un papel importante en la sociedad argentina, pero estaban
sujetos a episodios de antisemitismo.

En enero de 1919, hubo en Buenos Aires pogromos fomentados por la policía pretextando una respuesta a una huelga general, culpando a los ciudadanos judíos y consecuentemente les destruyeron importantes bienes. A raíz de la huelga grupos paramilitares, como la Liga Patriótica,
actuaron como pandillas de asalto, siendo sus víctimas, en su mayoría
judíos de Rusia, los que fueron falsamente acusados de planear una
conspiración comunista. Muchos tuvieron que emigrar.[14]

A partir de 1928, oleadas de inmigrantes judíos llegaron desde Alemania, especialmente después de que Hitler llegó al poder en 1933. Argentina desarrolló una política migratoria antisemita
destinada a evitar la inmigración de judíos y a negarles refugio ante
las persecuciones que sufrían en Europa desde el advenimiento del
dictador.

Entre los inmigrantes judíos alemanes ingresados después de 1928, hubo miles que escapaban de las políticas antisemitas implementadas durante ese régimen. Muchos de ellos ingresaron ilegalmente.[13] [12]

Mural de la
AMIA
que recuerda a las víctimas fatales del atentado terrorista ocurrido en 1994.
En 1937, el cónsul argentino en la ciudad de Gdynia (Polonia), envió varias notas al ministro Carlos Saavedra Lamas,
bajo el título de «problema semita». En la carta del 14 de julio de
1937, en vísperas de la invasión nazi, escribió: «Soy de la opinión de
que convendría que se pusieran más trabas a la inmigración de esa raza,
que parte de Polonia animada del más profundo rencor hacia el cristiano,
y dispuesta a cometer los mayores excesos».[22]

En 1938, poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno argentino del presidente Roberto M. Ortiz, a través de una circular secreta firmada por el canciller radical José María Cantilo,
se ordenó a cónsules argentinos en Europa negar visados a «indeseables o
expulsados», lo cual afectó a ciudadanos judíos de ese continente.[13]

Pese a las restricciones, Argentina fue el país latinoamericano que incorporó más refugiados judíos
entre 1933 y 1945. Desde 1928 el país recibió alrededor de
45 000 judíos europeos, de los cuales probablemente la mitad ingresó de
manera ilegal.[13]

Durante los años cincuenta y sesenta, el Movimiento Nacionalista Tacuara, una organización fascista con vínculos políticos, inició una serie de campañas antisemitas con peleas en la calle y vandalismo en las sinagogas y profanaciones en los cementerios judíos.[23]

Todo comenzó a partir de la captura de Adolf Eichmann:
vandalismo contra instituciones judías, ataques con cargas explosivas
en distintas sinagogas y ataques contra estudiantes judíos. Por ejemplo,
Edgardo Manuel Trolnik, estudiante de 15 años, fue herido por las balas
de un ataque antisemita el 17 de agosto de 1960
en un acto en el Colegio Nacional Sarmiento en Buenos Aires. Graciela
Narcisa Sirota, estudiante de 19 años, fue secuestrada el 21 de junio de 1962 en plena vía pública. Fue torturada salvajemente, según sus captores, como venganza por la captura de Adolf Eichmann, quienes mientras la quemaban con cigarrillos le dejaron grabada una esvástica en el pecho.

La
comunidad judía llamó a una huelga de comerciantes para el 28 de junio
de 1962, que trascendió a la colectividad judía y se complementó con
secundarios enteros vaciados de sus alumnos.[23]

El
29 de febrero de 1964 fue asesinado, en la puerta de la casa de sus
padres, Raúl Alterman, un militante del Partido Comunista de 32 años.
Aunque la DAIA
reclamaba frente a las autoridades y organizaba manifestaciones de
repudio, la consecuencia de tantos actos antisemitas y el temor de los
padres los llevó a la creación de las primeras escuela judías integrales
en ese período.[24] [25] [26]

El 3 de agosto de 1988, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, se sancionó la Ley 23 592, conocida también como Ley Antidiscriminatoria, cuyo ideólogo fue el abogado penalista Bernardo Beiderman.[27] [28]

Durante los años noventa la comunidad judía en Argentina fue objeto de dos grandes ataques terroristas, que siguen sin resolverse: el ataque terrorista contra la embajada de Israel el 17 de marzo de 1992, causando la muerte de 29 personas y 242 heridos, y el ataque terrorista contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) en Buenos Aires, el 18 de julio de 1994, que mató a 85 personas e hiriendo a más de 300.[29]

En 2001, la cancillería argentina
colocó una placa en la sede del ministerio en honor a doce diplomáticos
argentinos que, a pesar de las prohibiciones, contribuyeron a dar
refugio a judíos perseguidos. El Centro Simon Wiesenthal y la Fundación Internacional Raoul Wallenberg
han cuestionado la decisión debido a que al menos uno de esos honrados
ignoró la situación de un centenar de judíos argentinos que vivían en Grecia, Holanda y Polonia y que los demás funcionarios solo cumplieron su trabajo consular.[13]

El 16 de mayo de 2005, el canciller Rafael Bielsa firmó la «Resolución 999», que determinó finalmente que se retirara la polémica placa.[30] Con documentos en mano, la Fundación Wallenberg advertía que Luis H. Irigoyen, uno de los diplomáticos homenajeados por su paso en la embajada de Berlín, en 1943 se «desentendió de la suerte de 100 argentinos judíos», que el régimen de Adolf Hitler ofreció repatriar a la Argentina como gesto de buena voluntad hacia el país con el que mantenía muy buenas relaciones.[31]

Circular Número 11 del año 1938[editar]

La Circular Número 11 del año 1938 fue uno de los secretos más celosamente custodiados por el Estado argentino. Firmada por el canciller José María Cantilo el 12 de julio de 1938 y enviada a todas las delegaciones de este país en el mundo,[32] la Circular 11 estaba destinada específicamente a detener la entrada al país de judíos europeos que huían del régimen nazi. La instrucción negaba tácitamente la visa a ciudadanos de origen judío, en tiempos en que la Alemania nazi ponía en marcha el Holocausto.[33]

En su primer párrafo, la circular se refiere a la Conferencia de Evian, que sesionó del 6 al 13 de julio de ese mismo año en Francia, donde más de 30 países, incluyendo Estados Unidos y Argentina, firmaron un acuerdo buscando un destino seguro para los refugiados judíos que huían de Alemania nazi y Austria.
O sea que al mismo tiempo que participaba en una conferencia sobre
estos refugiados, Argentina dictaba una norma prohibiendo su ingreso al
país.[33]

Así,
la circular neutralizaba secretamente «los compromisos [...] que puedan
derivar de nuestra participación en las conferencias y organizaciones
internacionales que estudian en estos momentos una solución general al
respecto». La organización internacional mencionada era nada menos que
la Liga de las Naciones, que a principios de ese mismo año trató también el tema de los refugiados judíos que huían de la Alemania nazi.[33]

La
circular citaba asimismo «los convenios bilaterales últimamente
celebrados para la admisión de agricultores extranjeros», una clara
alusión a los acuerdos de colonización que Argentina había firmado para
la admisión de agricultores judíos alemanes.[33]

Para
detener el influjo que pudiera resultar de estos acuerdos, la circular
ordenó a los cónsules argentinos «negar la visación... a toda persona
que fundadamente se considere que abandona o que ha abandonado su país
de origen como indeseable o expulsado».[32]
La referencia «indeseable» como sinónimo de judío era de uso corriente
en documentos de Cancillería de la época. El archivo de Cancillería
guarda también cartas en las que los cónsules argentinos invocaron la
«Circular 11» como justificativo para la negación de visas a judíos.
Así, sin emplear explícitamente la palabra «judíos», la circular dejó
bien en claro su objetivo.[33]

La Circular Número 11 del año 1938 fue descubierta en 1998 por la investigadora Beatriz Gurevich durante su paso por la CEANA (Comisión de Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina), una entidad creada por el canciller Guido Di Tella durante el gobierno de Carlos Menem. La señora Gurevich encontró la circular «perdida» entre los cajones de la embajada argentina en Estocolmo (Suecia).[31]
Sin embargo, la investigadora decidió abandonar su cargo luego que
reportó su hallazgo y las autoridades de entonces decidieran nuevamente
archivarlo y, presumiblemente, destruirlo[30] y no revelar su contenido.[34]

Fue solo desde que la Fundación Wallenberg decidió hacer pública una copia en su sitio de internet cuando la Circular 11 comenzó a ser conocida de modo masivo en Argentina y el resto del mundo.[30] La orden secreta también vio la luz cuando se presentó en el libro La auténtica Odessa del investigador argentino Uki Goñi, publicado en 2002.[32]

Finalmente
la medida, que estaba en desuso pero vigente desde 1938, fue derogada
después de casi setenta años el 8 de junio de 2005 durante el gobierno
del entonces presidente Néstor Kirchner, quien estuvo presente en el acto en que el canciller Rafael Bielsa derogó la circular secreta de su ministerio.[31]
En el acto de derogación, realizado en el Salón Sur de la Casa de
Gobierno, también se encontraban el ministro del Interior argentino, Aníbal Fernández, y Natalio Wengrower, vicepresidente de la Fundación Wallenberg.[32] [31]

Colonias fundadas por inmigrantes judíos en Argentina[35] [editar]

Interior de una sinagoga en Moisés Ville.

Provincia de Buenos Aires[editar]

Provincia de Entre Ríos[editar]

Provincia de Santa Fe[editar]

Provincia de La Pampa[editar]

Provincia de Santiago del Estero[editar]

Contribuciones de los judíos en la cultura argentina[editar]

La comunidad judía ha realizado y continúa realizando
aportes considerables a la cultura argentina, en las ciencias, el arte,
la música, el humor, el teatro, el deporte, la educación, los medios de
comunicación, la literatura, etc.

A modo de ejemplo, uno de los tres premios Nobel de ciencias con que cuenta el país, César Milstein era judío, así como el reconocido juez Yejezkel Vangowert,
quien co-creó junto con su hermana Clara Vangowert el Teatro Edén,
destacado en artes escénicas. En el mundo de la música la comunidad
judía de la mesopotamia desempeñó un papel importante en el desarrollo
del chamamé, estilo folclórico de la Mesopotamia argentina.[36]

Cine judío en la Argentina[editar]

Historia[editar]

Entre las primeras grandes figuras del cine nacional argentino se encuentra el empresario Max Glücskmann
(1875-1946), que desde los primeros años del siglo XX impulsó la
naciente actividad cinematográfica (producción, venta, distribución y
exhibición de documentales y cortos). Fue creador de varias de las
películas más importantes de la época, que se destacaron en los géneros
de drama, policiales y temas históricos. Entre las más conocidas se
encuentran Moisesville (1925) y Asilo de huérfanos (1927), que conforman un documento único sobre el proceso de colonización judía en el país.

Otro de los pioneros fue el cineasta porteño León Klimovsky (1906-1996) quien dirigió conocidos largometrajes. Entre ellos, El túnel (1952, basado en la novela de Ernesto Sábato). Además fundó en 1928 el primer cineclub del país. [37]

Películas con temática judía[editar]

El
intentar rever el modo en el que el cine argentino abordó la temática
judía es algo particular, ya que el cine nacional históricamente se
acercó en diversas ocasiones pero recién hace pocos años se comenzó a
ver una explosión de largometrajes con componentes protagónicos judíos.
Se abordaron diferentes temas pero se puntualizó particularmente en: el
estereotipo del inmigrante judío, el relato de la llegada de los judíos a
Europa y su posterior colonización, el antisemitismo y el hombre judío
contemporáneo y sus conflictos.

Estas temáticas fueron emprendidas
por muchos directores y guionistas quienes se dedicaron a explayar
estos temas y reflejar su visión en las siguientes películas:

Cabe destacar que la mayor cantidad de películas argentinas de
temática judía se dio en los últimos quince años, lo cual lleva a
suponer que sin películas como Los gauchos judíos o Sol de otoño y sin
realizadores como Daniel Burman, el judaísmo no habría obtenido nunca un rol protagónico en el cine argentino.

Semejante
explosión de judaísmo permitió que, en 2004, se realizara el film
colectivo conmemorativo de los diez años del atentado a la AMIA, 18-J, con varios realizadores judíos y no judíos poniendo el foco en la sociedad judeoargentina contemporánea. [38]

Educación judía en Argentina[editar]

Primeras escuelas[editar]

Desde
fines del siglo XIX comenzaron a funcionar las escuelas en las colonias
de los inmigrantes judíos. Estas cumplieron una función social
relevante no sólo para continuar con la cultura judía, sino también para
transmitir la cultura nacional. Al ser estos colegios mantenidos por
las sinagogas, la educación que recibían los niños era principalmente religiosa: aprender a rezar y leer la Torá
en hebreo para poder interpretarla.Los maestros que comenzaron con
estas instituciones, generalmente eran personas que habían hecho cursos
en pedagogía o que simplemente tenían experiencia en la enseñanza. Se
podían encontrar tanto profesores ashkenazíes (Rusia, Polonia y
Lituania) y sefaradíes (Bulgaria, Turquía y Marruecos). Algunos maestros
de este último grupo habían estudiado en las escuelas de la Alliance,
por lo cual, manejaban perfectamente el castellano.

Hacia 1912, en
las colonias funcionaban ya 61 escuelas. Sin embargo, en una época en
la que para el Estado Nacional era fundamental nacionalizar al
inmigrante, o por lo menos transmitirles a sus hijos el sentimiento de
nacionalidad argentina, estas escuelas comunitarias eran sospechosas. En
1908 el inspector de escuelas Ernesto Bavio escribió en El Monitor de
la Educación Común, revista oficial del Consejo Nacional de Educación,
en contra de las escuelas judías, argumentando que al enseñar el ídish
dificultaban la integración de los inmigrantes o sus hijos. Ricardo Rojas, en La restauración nacionalista,
denunció a las escuelas judías como «uno de los factores activos de
disolución nacional, juntamente con las escuelas alemanas, italianas e
inglesas». Para él, el objetivo de las escuelas debía ser «argentinizar»
a los hijos de los inmigrantes, transformando el patriotismo en una
especie de religión que reemplazara a Dios por la Patria en la escuela.

A
pesar de las voces de alarma, hasta la década del treinta las escuelas
judías estaban sólo en un estadio embrionario. Las primeras escuelas en
este período estaban ubicadas en el Once (1906), en Barracas (1908) y
una en Caballito (1909). En la ciudad de Buenos Aires tuvieron lugar las
escuelas laicas recién hacia 1920. Los alumnos judíos de esa época
concurrían por la mañana a escuelas estatales, y por la tarde a las
escuelas judías.

En 1935 se creó el Vaad Hajinuj o Consejo de Educación, que se ocupaba de la educación de unos 1700 alumnos.

Algunos maestros que comenzaron con los colegios y con la acción de educar a los chicos en la colonia:

  • Samuel Halphon (rabino).
  • Leopoldo Najenson
  • Miguel Wollach
  • Iehuda Leib Winocur (autor del primer diccionario hebreo-castellano).
  • Moisés Rúbin
Luego de unas décadas continuaron:

  • José Menedelson (quien fue organizador y director del seminario de maestros hebreo).
  • José Monín
  • Jaime Finkelstein
  • N. Naihois
  • P. Erlich
  • Rosa Neinschelbaum de Ziperovich

Educación judía en la actualidad[editar]

A través del Consejo Cental de Educación Judía en la República Argentina
se fortalece el desarrollo comunitario mediante una educación diversa y
pluralista, la cual se compromete con la vida judía local, que integra
todas las expresiones institucionales bajo los principios proféticos de
la justicia social y con una activa participación en la sociedad
argentina.

Tiene un rol clave en la formación, capacitación y
perfeccionamiento de recursos humanos para todos los niveles del sistema
educativo, desarrolla y controla los planes y programas de estudio,
edita y publica materiales pedagógicos y representa a las instituciones
de la red en los diferentes marcos educativos municipales y nacionales.[39]

En la actualidad algunas de las escuelas judías más reconocidas en la Argentina son:

  • Arlene Fern (niveles inicial y primario).
  • Bet El (niveles inicial y primario).
  • Beth (niveles inicial y primario).
  • Bialik Devoto (niveles inicial y primario).
  • Bialik La Plata (niveles inicial, primario y secundario
  • Hamakom Sheli (educación especial).
  • Heijal Hatora (niveles inicial, primario y secundario
  • Yeshurun Tora High School (niveles inicial, primario, secundario y terciario).
  • Toratenu (niveles inicial, primario, secundario y terciario).
  • Iona (niveles inicial y primario).
  • Iosef Caro (niveles inicial, primario y secundario).
  • La Escuela de Hilel (niveles inicial y primario).
  • Maimónides (niveles inicial y primario).
  • Bami Marc Chagall (niveles inicial y primario).
  • Martin Buber (niveles inicial, primario y secundario
  • Max Nordau (La Plata) (niveles inicial y primaria).
  • Natan Gesang (niveles inicial y primaria).
  • Oholey Jinuj
  • Or Tora (nivel primario).
  • Ort 1 (nivel primario y secundario).
  • Ort 2 (nivel primario y secundario).
  • Scholem Aleijem (niveles inicial, primario y secundario).
  • Tarbut (niveles inicial, primario y secundario).[40]

Educación no formal[editar]

La educación no formal surge al reconocer que la educación formal es limitada en el espacio y el tiempo. En los años ochenta
en la Argentina se notó una falta de educadores en las escuelas y ahí
se comenzó a pensar en la necesidad de abrir nuevos espacios donde la
educación no formal se desarrolle.

Se basa en actividades
grupales, recreativas y educativas, deporte, arte, campamentos,
transmisión de valores y contenidos judíos, así de este modo ayudan a
los chicos a incorporar conocimientos variados sobre diferentes
temáticas de manera vivencial.

La Fundación Bamá tiene a la
educación no formal como una de sus grandes áreas, está dirigida por el
departamento Maaian, que propone actividades tales como la escuela de
madrijim, ulpan (maestros de danza que transmiten sus enseñanzas a
través del baile ´rikudim´), lenaied (jornadas de capacitación de
educación no formal), e Israel Bamajane (proyecto con el fin de ofrecer
la vivencia y disfrute de Israel).

En Buenos Aires,
hay más de 50 instituciones que practican este tipo de educación con
diferentes orientaciones, como por ejemplo, FACCMA (Federación Argentina
de Centros Comunitarios Macabeos), las [comunidades NOAM, y los Centros Juveniles sionistas.
En la semana, hay actividades que imparten temáticas judías y no
judías, a través de juegos, debates, canciones y manualidades.

En FACCMA, una de sus actividades son las macabeadas,
es decir, reuniones de atletas judíos, donde se realizan una cierta
cantidad de juegos que tiene como lema: «Mente sana en cuerpo sano».

NOAM, tiene como objetivo fortalecer y desarrollar el judaísmo masortí
en los jóvenes de las kehilot (comunidades) que se relacionan mediante
vivencias y prácticas significativas, con el motivo de crear un marco de
unión, participación, colaboración y trabajo en equipo. Esta
institución representa a los Departamentos de Juventud del movimiento
conservador. Sus proyectos están destinados no solo a los janijim, sino
también a los madrijim, coordinadores, directores y familias. Son quince
los departamentos de juventud de las kehilot, las cuales son:

Por último, los Centros Juveniles Sionistas dependen en la Argentina de La Organización Sionista Mundial. Esta tiene a I-Zionist
como página del Centro de Comunicaciones para la Diáspora y la Lucha
contra el Antisemitismo, el cual es un emprendimiento conjunto del
Deparatmento de Actividades para Israel y Lucha Contra el Antisemitismo y
el Departamento de Actividades para la Diáspora.

El objetivo de I-Zionist
es iniciar y difundir actividades sionistas en colaboración con todos
aquellos activistas, que desean colaborar para fortalecer la presencia a
nivel mundial y de introducirse en la cultura, la política y la
sociedad israelí mediante actividades y proyectos.

Las actividades son llevadas a cabo a través de los madrijim
(líderes), que son los educadores, estos son jóvenes mayores de
diecisiete años que se ofrecen voluntariamente para enseñar a chicos de
entre dos y dieciséis años lo que alguna vez aprendieron, es decir, la
enseñanza recibida desde fiestas, historia, cultura, religión,
canciones, bailes, información actual de Israel de una manera divertida,
ya sea con juegos, bailes, películas, canciones, actuaciones,
actividades, etc. Difundir con alegría y amor el valor de ser judío.

La palabra madrij en hebreo significa ‘el que marca el camino’. ¿A quién? A los janijim, es decir, a los alumnos no formales.

Teatro en ídish en Argentina[editar]

Comienzos[editar]
Las primeras troupes
surgieron en 1908: la «limpia» (que no permitía la entrada de rufianes)
era liderada por Gutentag-Marienhof, y la otra por artistas del
exterior: Akselrod, Shilling, Rosa Bry y algunos locales, y cuyas
puertas estaban abiertas para todos. Ambas compañías empezaron a actuar
con más frecuencia; de una vez por semana pasaron a dos y, en 1913, el
empresario de la segunda compañía trajo de Londres una pareja de artistas, Vaksman y señora, para los cuales alquila un teatro, un pequeño local en la calle Corrientes, llamado Bijou.

La
compañía «limpia» quiso presentar una estrella que se impusiera, y es
así como trajo a Moris Moshkovitz, que había sido el iniciador de
Goldemburg; se alquila el teatro Olimpo ―que quedaba en la calle
Pueyrredón pero que ya no existe―. Moshkovitz representó El cadáver viviente (de León Tolstoy), Father (de August Strindberg), Caín (de Alejandro Dumas), Los malos pastores (de Mirabeau), Shylock y otras obras (de Gordin); «hizo época» en el teatro judío de la Argentina. El Olimpo se convirtió desde entonces en el templo del arte judío.[41]

Desarrollo[editar]
El teatro en ídish llegó a Buenos Aires junto con los judíos ashkenazim. Alrededor de 1902 ya había en Argentina,
especialmente en Buenos Aires cantidad de judíos rusos, polacos,
húngaros, rumanos, que llegaban huyendo de persecuciones antisemitas y
de una pobreza extrema. Aquí los inmigrantes concurrieron asiduamente al
teatro en idioma ídish.

Concurrir
al teatro implicaba no solo un momento de esparcimiento sino también,
el encuentro con los paisanos, la oportunidad de hablar y escuchar el
idioma materno, el espacio donde combatir los sentimientos que producían
el desarraigo y el lugar donde recobrar fuerzas para adaptarse a la
nueva realidad y a un ambiente social y cultural a menudo hostil.

En
el repertorio que se ofrecía desde el escenario predominaban melodramas
populares y comedias musicales que expresaban en forma semi-realista
los problemas del alter heim (del viejo hogar), con sus clásicos
conflictos: matrimonios arreglados, novias desconsoladas, diferencias
generacionales y desarraigos de todo tipo. Dichas obras eran cálidamente
reconocidas por los espectadores, que acompañaban con comentarios,
aplausos y coros de las canciones. Lo que ocurría en el escenario
representaba todo aquello que se había abandonado para siempre y ayudaba
a no abandonar la identidad, tan vulnerada por el esfuerzo de
adaptación a la vida nueva, a costumbres y necesidades desconocidas. Con
el tiempo, también se representaron textos traducidos de la dramaturgia
universal o de autores que trataron temática judía en otros idiomas.

Las compañías que se presentaban eran extranjeras (venían de Europa o de Estados Unidos)
por lo cual el problema de la financiación del teatro era un obstáculo
dentro de una comunidad con pocos capitales para arriesgar.

En
1916 funcionaban en Buenos Aires dos teatros, que traían de Europa un
repertorio de mayor nivel y actores de calidad que dieron a conocer los
estilos más nuevos e interpretativos en auge dentro de las capitales
europeas.

En los años veinte, tras la finalización de la Primera Guerra Mundial,
llegaron a la Argentina nuevas camadas de inmigrantes, con experiencia
en la lucha social y gran necesidad de desarrollo cultural. El teatro
judío tuvo un gran desarrollo tanto artístico como económico al punto
que el actor judeoestadounidense Boris Tomashevsky introdujo la modalidad de una función diaria (Rollansky, 1944) [42]

El sindicato de actores judíos,
fundado en 1922 (Actiorn farein), peleó duramente por convencer a los
empresarios teatrales judíos de la necesidad de organizar temporadas con
elencos íntegramente formados por actores residentes en Argentina que,
en algunos casos, eran de calidad superior a los visitantes, pero no
tenían su fama y, por lo tanto, no garantizaban al empresario el éxito
económico de la temporada.

No obstante, el periodo que va de 1930 a 1950, fue brillante para el teatro en ídish, que llegó a tener seis salas de teatro funcionando simultáneamente.

Buenos
Aires era considerada una de las cuatro plazas teatrales de mayor
prestigio en el mundo junto con Rusia, Polonia y Estados Unidos.


El
correr del tiempo y algunas circunstancias concretas marcaron el punto
de inflexión de este proceso y el comienzo de la decadencia.

Las
nuevas generaciones de judíos argentinos, aquellos que, de niños,
asistían con sus padres al teatro ídish como a una ceremonia, fueron
abandonando el ídish y, si bien no se asimilaron totalmente,
desarrollaron sus ideas y actividades en castellano y se volcaron a la
problemática sociopolítica argentina y latinoamericana.

El teatro
en ídish en la Argentina, da cuenta del aporte de la colectividad judía a
la cultura nacional y al teatro argentino en particular. Una gran
cantidad de actores, dramaturgos, críticos, etc., aportaron toda su
producción creativa a su proceso de integración nacional.

Literatura judía en Argentina[editar]

La
literatura judía en Argentina se ocupó de integrar tanto la identidad
histórica hebrea como la nacional. Según Solomon Lipp, la obra literaria
de los autores de ascendencia judía en Argentina en particular y en
Latinoamérica en general constituye un aporte significativo, que «ofrece
una nueva perspectiva a la visión del hombre que lucha por sobrevivir
en su ambiente». Aunque hubieron casos aislados de inmigración judía
durante el período colonial y después de la Independencia, no aparece
una literatura verdaderamente hispano-judía hasta el siglo xx, gracias a
la llegada de los judíos de la Europa oriental.Gracias a las
actividades del Barón Mauricio de Hirsh, de Baviera, se fundaron en las
provincias argentinas de Santa Fe y Entre Ríos varias colonias
agrícolas. Aquí llegaron las víctimas de los pogromos
para empezar una nueva vida. Así surgieron los primeros colonos judíos
de Hispanoamérica, y de estos llamados «gauchos judíos» nacieron los
escritores que enriquecieron con sus obras a la literatura argentina.

Sus
principales temas se definen por el agradecimiento a la Argentina por
la oportunidad de permitirle a estos integrantes del pueblo judío un
lugar donde establecerse y renovarse. Otros temas, como consecuencia de
la inmigración y característica típica de los problemas del al «hombre
marginal», son el ajuste de los recién llegados a su nuevo ambiente y a
sus nuevos vecinos. En el caso específico del judío se presenta la
dificultad de afrontar la asimilación joven frente a la lucha por parte
de la vieja generación por conservar los valores culturales y
tradicionales.

Movimientos literarios judíos en Buenos Aires[editar]

Los principios de la literatura judía en Argentina datan de la revista Mundo Israelita (de 1923). Sus colaboradores más importantes fueron Salomon Resnik y León Dujovne, que introdujo la literatura ídish
en la misma, traduciendo y promocionando diversos libros. Su base fue
recuperar la tradición del pueblo judío, especialmente entre los
jóvenes.[43]

Otra institución fundamental es la Sociedad Hebraica Argentina
(1926), a través de la cual se publicaron libros y se difundió la
cultura judía. Entre los propósitos específicos de esta sociedad era la
difusión del conocimiento de la historia y la cultura judía y sus
manifestaciones en filosofía, literatura, en el arte y en la ciencia, el
fomento del idioma hebreo, la literatura judía, la formación de una
biblioteca especializada de estudios judaicos. La actividad editorial
era uno de los fines de la sociedad.[44]

Algunos de los escritores judíos argentinos más importantes fueron

Deportes[editar]

El
deporte forma parte de la vida social y cultural de la comunidad judía
en la Argentina y fue esencial para su integración tanto dentro de la
sociedad argentina como en el deporte en particular. Muchos judíos se
han destacado a lo largo del tiempo en distintas especialidades
deportivas. No pocos han ganado Medallas en los Juegos Olímpicos, y han
sido campeonas y campeones mundiales en sus deportes. Es tanta la
importancia que se ha dado al deporte entre los judíos, que desde hace
muchos años se desarrollan las Macabíadas, que son el equivalente a las
Olimpíadas, en las que participan sólo deportistas judíos de todos los
países del mundo. Con la llegada de los sucesivos contingentes
migratorios, en poco tiempo las actividades crecieron, se multiplicaron y
diversificaron, abriendo las posibilidades para los judíos en el ámbito
deportivo.

Federación Argentina de Centros Comunitarios Macabeos[editar]

FACCMA
es una organización sin fines de lucro que abarca 43 instituciones,
tales como centros comunitarios, entidades socio deportivas y clubes.
Todas ellas conforman una extensa red nacional comunitaria que agrupa
más de 50 000 personas. La Misión de FACCMA es conectar y colaborar con
sus asociadas en la tarea que ellas realizan para el desarrollo de
programas culturales, educativos y deportivos y para el enriquecimiento
del tiempo libre de sus socios, en un marco judaico. El objetivo de
FACCMA es apoyar a las Instituciones Afiliadas en toda la gestión que
ellas realizan, para incentivar la vida judeo-argentina y comunitaria.

Instituciones judías en Argentina[editar]
A continuación presentaremos las principales instituciones judías en Argentina que trabajan en ámbito deportivo.

Club Náutico Hacoaj[editar]
Hacoaj
es un club privado con fines tanto sociales como deportivos situado en
la Avenida Luis García 943 en la ciudad de Tigre en la Provincia de
Buenos Aires a unos 30 km de la ciudad de Buenos Aires. Luego de que su
solicitud de inscripción en un tradicional club de remo fuese rechazada,
la noche del 24 de diciembre de 1935, un grupo de jóvenes judíos
argentinos liderados por Mauricio Schverlij crearon el Club Náutico
Israelita, nombre tomado como provisional, hasta tanto una asamblea de
socios decidiese el definitivo, lo que ocurrió poco tiempo después,
cuando se adoptó el de Club Náutico Hacoaj. El domingo 11 de octubre de
1936 Hacoaj inauguró oficialmente sus instalaciones en Tigre, en una
pequeña quinta. Sus remeros han participado en competencias nacionales e
internacionales, destacando en estas últimas la participación en las
Macabeadas Internacionales que cada 4 años se realizan en Israel. Sus
instalaciones suelen utilizadas por el intendente, para actos políticos,
para recibir donaciones para personas en situaciones de crisis como
durante las inundaciones, o para lanzamientos de pruebas deportivas y
maratones.

Sociedad Hebraica Argentina[editar]
Hebraica
es un club socio-deportivo situado en la Ciudad de Buenos Aires,
Argentina. El club posee 2 sedes: Sede Sarmiento y Sede Pilar.Hebraica
brinda actividades para sus asociados a partir de los 6 meses, en las
áreas de Educación Física, Juventud, Adultos, Cultura y Adultos
mayores.Es su principal argumento las dinámicas recreativas, el arte y
la expresión, el deporte, el dispositivo de grupos por edades e
intereses, la recreación de las festividades del pueblo judío, la vida
en la naturaleza y la generación de marcos de pertenencia desde la
primera infancia. Quienes llevan adelante esta honorable tarea son los
Madrijim, quienes desde hace más de 40 años dedican su tiempo en su
juventud, para liderar los espacios grupales y contribuir con la
continuidad del pueblo judío tomando la antorcha de la educación en
valores como bandera.

La Organización Hebrea Argentina Macabi[editar]
Macabi
es una institución deportiva fundada el 30 de diciembre de 1930. Macabi
participa en los campeonatos organizados por diversas Federaciones
deportivas, entre otras las de Fútbol (L.I.D.E.), Vóley, Básquet, Lucha,
Gimnasia Rítmica, Gimnasia Artística, Tenis, Tenis de Mesa, golf y
Hóckey interviniendo con más de 2000 asociados que están federados en
los diversos torneos que organizan dichas asociaciones y federaciones.
Se desarrollan múltiples talleres y actividades grupales. Pero todas las
actividades que se desarrollan en la Institución están impregnadas de
un profundo contenido humanista resumido en el lema: ¨Educar para la
vida¨.

Lamroth Hakol[editar]
Lamroth
Hakol fue fundada el 3 de mayo de 1944 en el Partido de Vicente López
por judíos alemanes que habían emigrado a la Argentina en los años
previos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento tan
difícil para la Comunidad Judía, sus fundadores decidieron denominarla Lamroth Hakol—que
en hebreo significa ‘a pesar de todo’— con la convicción de que «a
pesar de todo» lo que había ocurrido, la vida judía podía y debía
continuar.

Con más de 2000 asociados es en la actualidad la
congregación más importante de la zona norte del Gran Buenos Aires,
además de ser una de las más destacadas y activas de la Argentina. Este
club tiene como misión Enriquecer la vida judía y alentar su continuidad
en un marco religioso Masortí y comunitario, abierto a la diversidad,
que permita a cada persona crecer espiritualmente, transitando el camino
de los valores de su nuestro pueblo.

Reconocidos deportistas judíos de la Argentina[editar]

Gastronomía[editar]

Los
judíos que llegaron a la Argentina además de su música, sus costumbres
religiosas y otros aspectos culturales trajeron consigo su cocina. Cada
región de la cual provenían los nuevos inmigrantes aportó sus sabores
mezclados con las costumbres culinarias de sus países de procedencia.
Así los judíos de Oriente medio (o sefaradíes) trajeron especias, anís, nueces, frutos secos, pistachos, peladillas
(utilizadas en las fiestas para el buen augurio), canela, trigo molido,
agua de rosas, agua de azar, pan de pita que con el tiempo se lograron
traer de Oriente medio. [45] Del mismo modo los judíos ashkenazíes
introdujeron productos y sabores provenientes del centro, norte y este
de Europa entre los cuales se destacan la papa, las masas, la
combinación de pescados, los productos hervidos.

El patio de comidas del centro comercial Abasto de Buenos Aires cuenta con un McDonald's kosher, único en el mundo fuera de Israel e inaugurado en 1998. Parte de su personal es judío y un rabino se encarga de la supervisión.[46] [47] [48] [49]

Prensa[editar]

En
Argentina hay numerosos medios que se encargan de transmitir la
actualidad del pueblo judío a nivel mundial en el país y también la
actualidad del judaísmo en Argentina.

A lo largo de la historia,
las comunidades judías en Argentina eran informadas sobre lo que ocurría
allí y también en todas las partes del mundo a través de la prensa.
Estas informaciones eran trasmitidas por medio de los diarios. En 1904
salió en Buenos Aires la publicación La Protesta, de corta vida, que
incluía una página en idioma ídish.

Los redactores de los periódicos no eran escritores, sino principiantes en el periodismo. Entre 1909-1912 salió el periódico Di Yidishe Colonistn
(‘los judíos de las colonias’), fue la primera gran experiencia en
editar un diario en la Argentina. Lo editó Yaacov Shimon Liachovich,
desde 1913 a 1916.

Di Yidishe Zaitung (‘el diario
israelita’) nació el 15 de noviembre de 1914 y por muchos años fue un
diario muy leído, ya que contenía información mundial y local,
literatura de alto nivel, folletines, etc. Fue un eco de las inquietudes
de la judeidad argentina, especialmente de Buenos Aires, donde se
editaba. Fueron sus directores León Maas, José Mendelsohn y Matías
Stoliar.

Di Presse (‘la prensa’) el segundo de los grandes
diarios de la colectividad judeo-argentina, apareció el 1 de enero de
1918, editado por una cooperativa de escindidos de El Diario Israelita
(era de tendencia proizquierda). Por su redacción pasaron grandes
periodistas, como Pinie Wald, Jacob Botoshansky y otros. En 1974 fue su
jefe de redacción Moishe Koifman. Cerró en diciembre de 1993.

En 1936 se intentó editar otro diario, Morguen-Zaitung (‘diario de la mañana’), pero sin éxito.

Actualidad[editar]

Durante
su visita a la villa 20 de Lugano, la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner realizó un comentario que causó polémica, al recomendar a los
chicos de la villa la lectura de El Mercader de Venecia, escrito
por William Shakespeare para comprender a los denominados «fondos
buitres». La obra del autor inglés, muestra al judío estereotipado de la
época, prestamista, manipulador y vengativo. Cristina, agregó, «No, no
se rían. La usura y los chupasangre ya fueron inmortalizados por la
mejor literatura hace siglos», ante la risa de los chicos. Las polémicas
declaraciones atravesaron el mundo y Barak Ravid, destacado columnista
del mayor diario Israelí Haaretz, tildó los comentarios de la mayor
mandataria argentina como «expresiones antisemitas», e informó que el
enojo de la comunidad judía por los comentarios mencionados y que, a
pesar de estar al tanto de lo ocurrido, ningún organismo oficial israelí
realizó declaración alguna. Ravid, continúa diciendo, que los
comentarios de la presidenta unen dos grandes mitos antisemitas, el
judío usurero y el supuesto control del sistema financiero mundial.
Según Ravid, esto se puede tomar como una acusación hacia los judíos de
estar encabezando los grupos que exigen el pago de los «fondos buitres».

La
Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, más conocida como
DAIA, y empresarios y personal de varias compañías, entre las que
destacan AYSA, Arcor, La Rural y Banco Galicia, compartieron un desayuno
para celebrar Rosh Hashaná (año nuevo judío) y el 80º aniversario de la
D.A.I.A. Durante este encuentro, fueron presentados los proyectos a
realizar durante en el próximo año, buscando el cumplimiento de su
misión y compartir distintas acciones llevadas a cabo en la actualidad.

Entre
los presentes se encontraban: Valeria Abadi (de Arcor), Miguel Trucco
(de AYSA), Pablo Firvida (del Banco Galicia), Claudio Doller (de BDO),
Guillermo Irlicht (de Ferrosur Roca), Sergio Dattilo y Rubén Janowski
(de IRSA), Juan Pablo Maglier (de La Rural), Marcelo Martin (de Martin),
Jorge Aufiero (de Medicus), Hernán Maurete (de Nidera), María Inés
Retchter (del PAMI), Cora Salperin (del Estudio Salperin Waissbein &
Asociados), Hugo De Hoffman (de Man Propiedades y la Fundación Milenio
sin Pobreza y Joaquín Mirkin (de Burson Marsteller), junto a los
representantes de la entidad judía, Simon Moguilevsky (rabino), quien
brindó un mensaje y fue acompañado por Ricardo Furman (vicepresidente
primero), David Drukier (vicepresidente segundo), Jorge Knoblovits
(secretario general), Mario Comisarenco (tesorero), Luis Nimhauser
(integrante del consejo directivo), Victor Garelik (director ejecutivo),
y Haydeé Tag (coordinadora de Desarrollo de Recursos de la Fundación
Amigos de DAIA).

Por ejemplo los distintos medios son: Agencia Judía de Noticias, De La Cole, Itón Gadol,

Humor[editar]

Historia del humor judío[editar]

El humor judío en la cultura nacional tiene un claro referente en Hollywood. Si bien hay pocos comediantes judíos en nuestra historia, ninguno de ellos evitó hacer humor con su identidad judía. La influencia se dio también por la destacada tradición del humor de monologuistas en la revista porteña, que, en los últimos años, devino en un calco del género humorístico norteamericano, el stand up, que, al igual que en Estados Unidos,
también cuenta con mayoría de comediantes judíos. Pese a que el papel
estelar de estos comediantes se dio principalmente en teatro o en
televisión, el cine lo tomó en contadas ocasiones. Los personajes judíos
que interpretaban estos comediantes siempre se encontraron ligados al
estereotipo del inmigrante ruso, que fue expuesto en el cine argentino
antes de la aparición de artistas como Adolfo Stray.

Humoristas famosos[editar]

Destacados[editar]

Véase también[editar]

Tumbas judías en el cementerio de
Puerto San Julián
(provincia de Santa Cruz), en la Patagonia.
Mapa que muestra la presencia judía por país, albergando los países de
azul más oscuro las comunidades más numerosas. La comunidad judía es una
de las más destacadas en el país sudamericano y en el mundo debido a su
integración, participación y aporte cultural. Los judíos en Argentina
conforman una de las comunidades hebreas más importantes en el mundo,
tercera a nivel continental y quinta a nivel mundial.

Referencias[editar]

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Bibliografía[editar]

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